Por. Hugo Martínez, profesor y director pedagógico en Colegium
Margarita y Sebastián son compañeros en tercero de secundaria, no se sientan cerca ni conversan mucho en la
escuela, pero están permanentemente comunicados y coordinados. Margarita chatea casi todos los días con
Sebastián para pedirle que le recuerde los deberes escolares de la semana y Sebastián suele solicitar a Margarita
que lo ayude con los contenidos de ciencias. Además, forman parte de un grupo en el que participa todo el
curso, incluso el profesor jefe, en el que circulan chistes, comentarios de lo que ocurre en clases, noticias sobre
la salud de los alumnos enfermos, datos entretenidos para el fin de semana y links a sitios que refuerzan
contenidos escolares. Margarita, Sebastián y los demás compañeros del curso viven en un aula y escuela
conectada.
Junto con las oportunidades de comunicación social, las redes en el aula entregan accesos a servicios, fuentes
de contenidos multimediales, plataformas de gestión y aprendizaje curricular como así mismo incorporan
nuevos riesgos y desafíos para el diseño de espacios educativos eficaces.
Las redes inalámbricas de telecomunicaciones están disponibles en la mayoría de las instituciones escolares, a
través de los servicios de conexión a Internet del establecimiento o de los teléfonos inteligentes de los
estudiantes y profesores. El arribo de esta tecnología no ha considerado necesariamente las definiciones
pedagógicas sobre las ventajas y riesgos de disponer de estas redes en el ambiente escolar.
El desafío entonces no es el ancho de banda ni las configuraciones de las redes inalámbricas del colegio, el
verdadero desafío es gestionar esta tecnología de tal forma que se convierta en un recurso que enriquezca las
oportunidades de aprendizaje.
¿Se puede seguir aprendiendo geografía sin mapas digitales? ¿Se puede seguir consultando una sola fuente de
información, disponiendo de buscadores digitales? Probablemente no, sin embargo, las oportunidades de estos
recursos digitales se transformarán en tales cuando los docentes las incorporen efectivamente en su
planificación y gestión didáctica en el aula.
Las salas de clases se han convertido en un punto activo de las redes a las que se conectan y sobre las que
interactúan los estudiantes del siglo xxi. Identificar y gestionar las oportunidades de estar interconectados en el
aula, como también sus riesgos es parte de las tareas prioritarias de las escuelas del siglo XXI.
0 Comments:
Publicar un comentario