- Prevén que una crisis social y económica derivada del COVID-19 disminuiría el poder adquisitivo en México, limitando el acceso a alimentos
- Anticipan impactos negativos en la nutrición, salud y bienestar
- Recomiendan ocho medidas para frenar los efectos de la nutrición inadecuada
El aumento de la vulnerabilidad alimentaria en México es una amenaza real en el contexto de COVID-19 que sólo una actuación coordinada e inmediata en cuanto a políticas de protección social logrará frenar, señalaron hoy la Organización Panamericana de la Salud/Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS), la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Durante el lanzamiento de la publicación Recomendaciones dirigidas a tomadores de decisiones en México para dar respuesta a la vulnerabilidad alimentaria derivada del COVID-19, las tres agencias de las Naciones Unidas resaltaron que México atraviesa la pandemia de COVID-19 en un contexto en el que más del 50% de sus hogares padecen algún tipo de inseguridad alimentaria y su población está afectada por la triple carga de malnutrición (desnutrición, carencias en micronutrientes y sobrepeso/obesidad): aproximadamente el 15% de los niños y niñas menores de 5 años en localidades con menos de 100 mil habitantes padecen de desnutrición crónica, y a nivel nacional el 38% niños de 12 a 24 meses padecen de anemia y el 36% de los niños y niñas en edad escolar padecen sobrepeso y obesidad.
De no hacer frente ya al potencial incremento de la vulnerabilidad alimentaria a nivel nacional – entendida como la disminución aguda en el acceso a los alimentos – su impacto negativo sobre la nutrición, salud y bienestar marcarán el futuro de millones de familias en México, señalaron las tres agencias.
“La propagación del COVID-19 ha profundizado la vulnerabilidad de la población mundial y, en América Latina y el Caribe, se prevé un fuerte aumento del desempleo con efectos negativos en pobreza y desigualdad, incluyendo casi 12 millones más de desempleos que generarían 30 millones más de pobres y 15 millones más de pobres extremos,” comentó Lina Pohl, Representante de FAO en México.
“De esta población vulnerable, los requerimientos nutricionales de millones de niñas y niños dependen de los programas de alimentación escolar, por lo que los programas alimentarios y el abasto de alimentos en países como México no deben cesar. Por el contrario, necesitamos garantizar que las familias con mayores rezagos tengan acceso a alimentos sanos, nutritivos y, en la medida de lo posible, frescos. Estamos en un momento de distanciamiento físico y, a la vez, de cercanía social y solidaridad para llegar a los lugares donde más se requiere la ayuda”.
En lo referente a infancia y adolescencia, Christian Skoog, Representante de UNICEF en el país enfatizó: “México tiene la capacidad de asegurar la alimentación y la nutrición de toda su población infantil y adolescente, pero en este momento ese derecho básico de todo niño, niña y adolescente está en creciente peligro. Juntos, y de manera coordinada, podemos contener y frenar el aumento de la vulnerabilidad alimentaria y la mala nutrición como consecuencia del COVID-19. El momento es ahora. No dudemos en actuar.”
Cristian Morales, Representante de OPS/OMS en México señaló: “Crisis económicas previas en todo el mundo nos han enseñado que, en contextos como el mexicano, las familias más vulnerables se ven obligadas a reducir la compra de alimentos nutritivos en favor de productos ultraprocesados más baratos, pero de nulo valor nutritivo y con un alto contenido de azúcares, grasas y sal. No permitamos que esto suceda en México como resultado de esta pandemia, cuando podemos anticiparlo y sabemos cómo evitarlo”, enfatizó.
En México, tras la recesión generada por la crisis financiera de 2008-2009, los hogares con inseguridad alimentaria severa aumentaron del 8% en 2008 al 17% en 2009. Durante este periodo, en el 14% de los hogares se registró que muchos niños sólo comieron una vez al día o pasaron días enteros sin comer, según datos del CONEVAL de 2009.
La publicación presentada hoy por las agencias, en conferencia de prensa virtual, ofrece ocho recomendaciones para combatir la vulnerabilidad alimentaria como resultado de la pandemia de COVID-19 en México, entre las que se encuentran:
Asegurar la alimentación saludable desde el inicio del ciclo de vida.
Las familias con niñas, niños y adolescentes deben saber que es crucial cuidar lo que se consume desde el nacimiento, empezando con la lactancia materna y la alimentación adecuada de los menores de dos años. Fomentar ese conocimiento y cuidado debe ser un componente clave del esfuerzo nacional de protección de la infancia en el contexto del COVID-19. La educación en alimentación saludable ayuda a prevenir el sobrepeso y la obesidad, así como enfermedades vinculadas a ellos, como la diabetes y las cardiopatías.
Ampliar los programas alimentarios que aseguran la entrega mínima de alimentos sanos y nutritivos a familias de bajos ingresos.
Dichas entregas deben realizarse bajo estrictas medidas de higiene. Se debe considerar también la ampliación temporal de presupuesto para aumentar la cobertura en beneficio de un mayor número de familias vulnerables con niñas, niños y adolescentes. Se recomienda además el fortalecimiento de aquellos programas alimentarios que cuentan con años de experiencia y una estructura operativa sólida y adecuada para una entrega segura, como, por ejemplo, los operados por el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), en coordinación con los Sistemas Estatales y Municipales DIF, así como el Servicio de Alimentación de las Escuelas de Tiempo Completo. Se señala como crucial también asegurar la calidad nutricional en apoyos otorgados y priorizar alimentos que no pongan en riesgo la salud de la infancia y adolescencia, y se recomienda que los apoyos alimentarios contemplen la incorporación de leguminosas, cereales como harina de maíz y avena (pero sin azúcares añadidos), verduras y, de ser posible, frutas y carnes.
Ampliar los programas de protección social a través de transferencias monetarias.
Los programas sociales de cualquier nivel de gobierno deben considerar el otorgamiento de vales de compra para que las familias más vulnerables puedan satisfacer sus necesidades alimentarias y otras de carácter también básico.
Hasta el momento las interrupciones en el suministro de alimentos han sido mínimas y muy puntuales en México, señala la FAO, y los productores y productoras siguen trabajando arduamente por mantener activas las cadenas alimentarias. En este sentido, la organización aconseja dar preferencia al consumo y distribución de productos locales, respetando las medidas de seguridad sanitaria, y sobre todo evitar los ultraprocesados para mantener un sistema inmunológico resiliente.